Ser adolescente es jodidamente extraño. Salen pelos y granos que antes no estaban ahí. Si eres mujer descubres que –al menos durante los próximos 40 años– sangrarás cada mes, y además entras en ese proceso de descubrir quién eres y cómo quieres mostrarte al mundo.
Es en esa etapa cuando algunxs empezamos a experimentar con el maquillaje, los productos de belleza y sí, también con nuestros olores corporales y artificiales, entre el desodorante, body freshner, cremas y el susodicho perfume.
Recuerdo mi primer perfume, fue el WATT, uno cuyo envase tenía forma de un foco rosado. No sé exactamente cómo fue que llegó a mí, si fue un regalo o yo lo elegí, pero sí que usarlo me hacía sentir cool, como si impregnara mi esencia en cada lugar por el que caminara.
Luego pasaron por mi tocador el Tommy Girl; el CK One, de Calvin Klein; el Dream, de Gap, y el Ralph, De Ralph Lauren. También recuerdo lo codiciado que era el Versus Versace Red Jeans que tenía la hermana mayor de una de mis amigas, y que yo secretamente olfateaba cada vez que tenía oportunidad.
Smell like teen spirit
Más allá de su valor cosmético, esos perfumes tuvieron un significado muy especial en esa etapa. Ya sea como un elemento de empoderamiento –cuando las inseguridades sobre el cuerpo y el autoestima fluctuaban como mariposas– o como fijadores de memoria, cuando escribías una carta para tu crush o ella/él te regalaba algo con su perfume.
Por eso, oler esas fragancias –algunas ya descontinuadas y otras reinventadas– es tener un flashback a esa etapa de transición cuando comenzábamos a jugar a ser niñxs grandes. Aquí te invitamos a darte un clavado en los perfumes que marcaron nuestra adolescencia y recordar sus botellas, colores y, sobre todo, los momentos que viviste llevándolos en la piel.