Salma Hayek dice #MeToo, los puntos clave de su infierno con Harvey Weinstein

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Salma Hayek Harvey Weinstein
Foto. @salmahayek

Para quienes no creen que una mujer pueda tardar años en denunciar un acto de violencia sexual (ejem, ejem, Pascal Beltrán del Río), Salma Hayek contó más de 15 años después una serie de acosos sexuales. Estos fueron por parte de Harvey Weinstein durante la producción de ‘Frida’, proyecto personal de la actriz mexicana en 2002.

En un texto escrito por ella y publicado en The New York Times, Salma narra diversos momentos en que el dueño de Miramax intentó tener contacto sexual con ella. La actriz y productora mexicana soportó uno por uno los acercamientos de Weinstein para lograr ver en pantalla la película más importante que había hecho hasta el momento.

«Harvey Weinstein era un cinéfilo apasionado, alguien que tomaba riesgos, un promotor del talento fílmico, un padre amoroso y un monstruo. Durante años, fue mi monstruo», así empieza este texto brutal que ha dejado a muchxs con el estómago revuelto.

Es la primera actriz mexicana que habla abiertamente del tema, da nombres y apellidos. Ya no le teme. En su cuenta de Instagram clocó un still de la película ‘Frida’ donde refuerza lo dicho y se une al doloroso #MeToo: «Finalmente escribí mi historia en el New York Times Harvey Weinstein también fue mi monstruo».

Es un texto que debe leerse completo, con el hígado fuerte para aguantar, pero aquí te adelantamos los puntos que consideramos más importantes.

El miedo de contar su historia

Como les sucede a muchas mujeres que han sufrido violencia sexual, Salma guardó por años todo lo que ocurrió con Weinstein. Incluso cuando ya era menos problemático hablar una vez que varias mujeres lo habían denunciado ya por abuso, acoso y violación sexual.

Me había lavado el cerebro a mí misma, convenciéndome de que ya se había acabado y que había sobrevivido; eludí la responsabilidad de pronunciarme en público al respecto con la excusa de que ya había suficiente gente involucrada en poner los reflectores sobre ese monstruo personal. No pensé que importara mi voz o que usarla haría la diferencia.

Sentí que a estas alturas a nadie le iba a importar mi dolor; quizá era un efecto de todas esas veces que me dijeron, especialmente Harvey, que no era nadie.

Intentar todo por cumplir un sueño

Por 14 años, Salma Hayek había probado suerte en Hollywood y tuvo un par de películas que le dieron fama. Su gran reto fue hacer ‘Frida’, la biopic de una pintora a la que ella admira profundamente.

Con la ayuda de amigos famosos como Robert Rodriguez dio con Harvey Weinstein, quien seguramente llevaría su película a realizarse y ser un éxito. Pero el camino a lograrlo fue un martirio. Entre otras cosas, aceptó que le malpagaran por su actuación y un crédito menor por ser productora.

Era impensable que una actriz mexicana aspirara a ser parte de Hollywood. Y aunque había comprobado que esa idea era errónea, todavía era “nadie”.

Había empezado el proceso para producir la película con otra compañía, pero luché para recuperarla y llevarla con Harvey.

Salma Hayek harvey weinstein
Salma Hayek en ‘Frida’, 2002.

Una serie de acosos impensables

Cuando ya por fin estaban rodando la película y todo parecía ir bien. Salma Hayek tuvo que aprender a ser firme y decir “no”.

No a abrirle la puerta a cualquier hora de la noche en hotel tras hotel y locación tras locación donde se aparecía inesperadamente, incluido un sitio en el que estaba rodando una película en la que él ni siquiera estaba involucrado.
No a bañarme con él.
No a dejarlo que me viera bañarme.
No a dejarlo que me diera un masaje.
No a que un amigo suyo, desnudo, me diera un masaje.
No a dejarlo que me hiciera sexo oral.
No a desnudarme junto con otra mujer.

Vivir con miedo

Mientras no se estrenara la película, ella debía soportar, incluso amenazas de muerte.

Sus tácticas de persuasión iban desde hablar dulcemente y prometer cosas hasta aquella vez que, en un ataque de ira, dijo las palabras más temibles: “Te voy a matar, no creas que no puedo”.

Ser considerada un cuerpo

En un papel donde su belleza no era lo primordial, el interés de Weinstein parecía desvanecerse. Hacer de Frida Kahlo era lo menos «sexy» que podía verse de Salma: con faldones de tehuana o ropa masculina, una uniceja, cojera al caminar…

Para él yo no era una artista; ni siquiera era una persona. Era una cosa: una nadie, solo un cuerpo.

A mitad del rodaje, Harvey se presentó en el set y se quejó de la uniceja de Frida. Insistió en que nos deshiciéramos del cojeo y criticó mi actuación. Luego le pidió a todos en la sala que salieran, excepto yo. Me dijo que la única cosa que tenía a mi favor era mi atractivo sexual y que en esta película no tenía nada de eso. Entonces me dijo que la iba a clausurar porque nadie querría verme en el papel.

Satisfacer el deseo “profesional”

Para proseguir con la grabación, Salma debía apegarse a una petición extraña. Incluso, cambió el guion para incluir una escena de sexo que Weinstein quería ver con Salma y otra mujer. También le exigió una escena de desnudo frontal. Ella accedió por la presión que tenía por cumplir ese compromiso en el que había inlcuído a muchos amigos.

Estaba en el set ese día que íbamos a grabar la escena que pensaba iba a salvar la película cuando, por primera y última vez en mi carrera, me derrumbé. Mi cuerpo empezó a temblar incontrolablemente, me quedé sin aliento y comencé a llorar y llorar sin poder detenerme como si estuviera vomitando lágrimas.

Vivir con eso

Una vez terminada la película, todo parecía estar en paz. ‘Frida’ obtuvo seis nominaciones al Oscar —incluyéndola como Mejor Actriz— y se llevó dos de ellos (Mejor maquillaje y Mejor banda sonora). Para entonces, ya todo había pasado.

Nunca le dejé ver lo mucho que me asustaba. Cuando lo veía en eventos sociales sonreía e intentaba recordar las cosas buenas de él, diciéndome a mí misma que había ido a la guerra y había ganado.

Aunque Frida ganó dos de esos premios no lo notaba nada contento. Nunca volvió a ofrecerme ser la protagonista de alguna película. En los filmes que estuve obligada a hacer con el contrato original con Miramax tuve solo papeles de reparto pequeños.

Contarlo

No sabemos si ella siga pensando que después de publicar su texto es una mujer más en la estadística. En matemáticas frías, sí lo es, pero en eso que se llama sentimiento de empatía, es posible entender con su experiencia, todo lo que pasan esas actrices que siempre lucen radiantes y felices en las alfombras rojas.

Estoy agradecida con todos los que están escuchando nuestras experiencias. Espero que al agregar mi voz al coro de quienes por fin pudieron hablar ayudaré a entender por qué fue tan difícil hacerlo y por qué tantas de nosotras esperamos tanto tiempo. Los hombres acosan sexualmente porque pueden. Y las mujeres estamos hablando porque, en esta nueva era, por fin podemos hacerlo.

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