¿El amor cambia con la edad?, una respuesta que necesitamos saber

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Con 34 años recién cumplidos, podría contar varias historias de amores pasajeros, solo cinco relaciones “serias” y una en la que estoy ahora. Aunque cada una ha tenido sus particularidades, todas las anteriores a la actual han tenido un común denominador: un amor loco y romántico, aderezado con celos, drama y más drama.

Es como si la vida amorosa fuera una de esas bolas de cristal con paisaje dentro y diamantina figurando nieve. Cada que surge una relación, esta se agita moviendo todo en el interior, haciéndola lucir hermosa, pero caótica a la vez. Así se sienten esas relaciones de amor arrebatado, no solo en mi opinión sino en la de mucha gente con la que he conversado y actualmente no sabe si su relación es más tranquila porque «ya es adultx» o porque la persona con la que está es más tranquila.

¿Qué pasa entonces cuando sabes que amas a una persona y la diamantina ya no se agita tan alocadamente, pero está ahí, calmada y brillante? ¿El amor es menos intenso con respecto a las relaciones anteriores? ¿Se ama menos o nos conformamos con lo que tenemos? ¿La edad nos va quitando las ganas del drama? ¿El amor es distinto a los 20 que a los 30, 40, 50, 60…?

Como estas dudas no pueden ser resueltas con suposiciones o encuestas, buscamos la opinión de varios expertos para llegar a obtener esa ansiada respuesta.

Amor joven y amor maduro

Una de las primeras razones por las que el amor juvenil puede ser más arrebatado que el adulto es por cuestiones biológicas y nos fuimos a consultar justo textos de Biología y Medicina. Encontramos que las mayores modificaciones en el cerebro ocurren desde que nacemos hasta los 20 años. En la adolescencia —por ser una etapa de transición entre la infancia y la vida adulta— los cambios físicos y emocionales son más notorios, de ahí que el amor también lo sea.

La maduración del cerebro se produce por áreas, desde la nuca hasta la frente. La última área en madurar es la corteza prefrontal, la que ayuda a medir los riesgos, controlar los impulsos, el juicio y la toma de decisiones.

Las hormonas sexuales también juegan un papel importante en esto de los amores locos. En esta etapa hay cambios emocionales, mentales, sicológicos y sociales en un periodo corto de tiempo.

Estos factores biológicos alteran entonces la toma de decisiones (a veces premeditadas) y las emociones (más intensas) en esta etapa. En comparación a cómo ocurren en un cerebro de 30 años o más, que ya está completamente formado, la adolescencia parece un caos. El amor y las relaciones de pareja se ven movidas por estos cambios dentro de nuestro cuerpo, pero hay también una parte que obedece a otro campo, al de la Sicológica.

Opinión experta

En aras de saber un poco más a profundidad sobre el tema, buscamos a Ricardo Trujillo Correa, maestro en Sicología y académico de la Facultad de Psicología de la UNAM, quien respondió a nuestras dudas.

¿Es verdad que el amor, o la forma de enamorarnos, cambia con la edad?

No. El amor no cambia con la edad. Lo que cambia es la forma, los códigos, la forma de expresarlo, pero el amor como tal, como estructura vivencial es exactamente el mismo.

El adolescente vive un amor diferente, pongamos como ejemplo el de Romeo y Julieta, que tienen un amor que parece sin límites a diferencia de la gente de la tercera edad. Son formas distintas de mostrarlo e interpretarlo. Lo que es cierto es que conforme crecemos, la forma de enamorarnos tiende a ser más cauta.

Con la edad adquirimos ciertos compromisos que ponen límites, como el trabajo. Cuando se es joven suceden más estas rupturas en cualquier tipo de estructura, pero también se puede ver a gente de 40 o 50 años que comete las mismas estupideces que un adolescente como Romeo o Julieta.

Sucede mucho que confundimos «amor» con «relación de pareja» y no necesariamente es lo mismo. Porque hay quien tiene una pareja y no la ama, están ahí por costumbre, por tener compañía, por estabilidad económica, otras razones que no son solo ese sentimiento. El amor es eso que te pega en seco, innombrable, indecible y del cuál puede surgir una relación de pareja.

The Notebook

Los adultos ¿dejamos de tener relaciones amorosas tan intensas como en la juventud?

Eso depende de cada persona y de su apertura a la vida. Un poco, por el hecho de la novedad, es que resulte que el primer amor —como dice una canción de La Oreja de Van Gogh “parece que el amor primero es el verdadero y los demás son para olvidar”— es algo desconocido. Y los primeros amores suelen darse en la adolescencia.

Sin embargo, una vez que se desenamora (y ocurre la dolorosa pérdida del objeto amoroso) y se vuelve a enamorar, ya existe un mayor conocimiento, y a la vez la apertura que existió la primera vez no es igual que las siguientes. Muchas veces no nos damos la misma apertura para acceder a eso que es realmente enamorarnos, otras sí y sin darnos cuenta, sin siquiera poder meter las manos, caemos. En la adolescencia eso sucede más.

Tal como describe Jaime Sabines en su poema ‘Los amorosos’ («son locos, sólo locos, sin Dios y sin diablo»), todos podemos vivir esa intensidad en el amor, así sea a los 15 o a los 90 años.

Ese loco amor

Buscamos estudios al respecto de cómo cambia la forma de enamorarnos con la edad sin obtener mucho éxito. De acuerdo con Ricardo, estos son casi nulos porque este tipo de temas quedan muchas veces en el plano de la filosofía y han resultado poco comerciales para investigaciones hechas en este “mundo capitalista”, explica el académico.

Un buen ejemplo de cómo el amor se presenta en diferentes etapas de la vida es el libro ‘El amor en los tiempos del cólera’ de Gabriel García Márquez o en la película ‘The Notebook’. En ambas, sus personajes son sorprendidos por un loco amor que nunca deja de ser intenso, pero se vive de forma distinta en cada etapa de la vida, desde la adolescencia hasta la senectud.

Algunas de las conclusiones que podemos resumir de este interminable tema es que la forma de enamorarnos cambia dependiendo la persona con la que estemos, hay quienes nos llevan al plano del drama y la intensidad y quienes prefieren una vida tranquila y menos arrebatada… y en ambas estar enamoradxs.

La edad no es sumamente determinante para vivir un amor apasionado o uno más tranquilo. Las experiencias acumuladas durante cada noviazgo —o matrimonio incluso— sí pueden influir en cómo llevamos y construimos las siguientes relaciones de pareja. No obstante, nunca sabemos si a nuestros 30, 40 o 50 va a llegar un ser que nos vuelva a poner la cabeza como si estuviéramos en plena adolescencia.

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