En la vida nos topamos con personajes que, sin conocerlos en persona, con solo leer un poco sobre su vida, se quedan guardados en un lugar muy especial en nuestra memoria. Así nos sucedió con Samantha Flores García, una mujer trans de 85 años que, con tan solo mirar su rostro, es posible saber que hay una gran historia detrás.
En un video publicado en la plataforma de fondeo Donadora, Samantha explica por qué en este punto de su vida, su mayor sueño es abrir en México el primer albergue para adultos mayores gays que además será gratuito… y el primero en el mundo en su tipo.
Una vida diferente
Con 85 años a cuestas, Samantha Flores ha visto cambiar exponencialmente este mundo, sobre todo al que ella pertenece. Ella nació en Xalapa, Veracruz, en 1932, y a los 18 años se mudó a la Ciudad de México a estudiar para ser contadora, pero su futuro no estaba en un despacho contable.
Sin terminar la carrera, regresó a su tierra natal para emplearse ahí. En un golpe de suerte, se ganó un coche que rifaron en esa empresa donde trabajaba, este se convirtió en el vehículo para irse a Estados Unidos, pero no manejando, sino que lo vendió para comprar un boleto de avión e irse al otro lado.
Después de Estados Unidos, se fue para Acapulco, a Madrid, y en 1957 volvió a la Ciudad de México, lugar que ella eligió para establecerse y comenzar a trabajar en hotelería. «Ahí sentía que sí podía ser yo; había mucha gente gay. Conocí a Alma Muriel, a Angélica María, a Lilia Prado. Gracias a mi buena estrella transcurrió bonita la vida», dijo Samantha en una entrevista con Vice.
El sueño del albergue
“Muchos adultos mayores tienen familia: tienen hijos, tienen nietos, no están desprotegidos y el adulto mayor gay es invisible, no tienen ninguna ayuda y está solo”, explica la señora de cabellos rubios y cejas delineadas en un video donde pide apoyo económico para fundar el primer albergue para adultos mayores gays.
La idea de un albergue surgió porque muchos amigos de ella comenzaron a morir por el VIH, perdió la cuenta después de los 200. Ella misma dio hospedaje en su casa a varios de ellos hasta sus últimos días de vida.
Y aunque otros —más que ella misma— le dan el mote de «activista», Samantha solo pretende ayudar, servir y regresar la buena voluntad que ella recibió a lo largo de su vida.
Entre otras actividades, a eso se dedica desde hace 22 años. Comenzó con la asociación Ser Humano, y ahora es presidenta de Laetus Vitae,una fundación para la «vida alegre», como se autodefine.
La idea de Samantha es apoyar a una parte del 3.4% de los adultos en México que se identifican como LGBT, según un estudio realizado por Gallup. Esta casa-albergue servirá en principio para hospedar de ocho a diez adultos mayores de 60 años. Un pequeño paso para algo que, con apoyo de muchos, podría crecer mucho más.