Usé una copa menstrual por primera vez y no, no fue como una película de Tarantino

Me regalaron la copa menstrual hace tres semanas y desde ese momento (raramente) ya deseaba que me bajara. Andaba como niña chiquita con juguete nuevo que todavía no podía estrenar. ¡La famosa copa “cambia vidas” por fin había llegado a mí!

Finalmente me bajó, y al abrir el misterioso paquete descubrí un estuche negro con un cartón y la talla de la copa menstrual con una gigante M. ¿Cómo sabían que me quedaría la mediana? Mi prima, que fue quien me la regaló, me dijo que al no haber tenido ningún parto natural y estar en mis 20 y tantos esa era la recomendada para mí, pero cuando tomé la copa entre mis manos no pude evitar pensar ¡¿Y ahora cómo se supone que me la voy a meter?!

Primeros pasos con la copa menstrual

Lo primero que tuve que hacer fue hervirla en agua para desinfectarla, así que me compré una olla especial sólo para mí y le especifiqué a todos los integrantes de mi casa que NUNCA la usaran. Porque por más que menstruar sea algo muy natural, no quiero preparame mi té verde o que mi mamá se arme un rico arroz a la mexicana en la misma olla donde yo limpio mis monerías.

Diez minutos después de estar como paranoica checando que mi copa no se derritiera en mi cup-ollita especial, la saqué y analicé –otra vez– el instructivo de cómo se pone. Por fin decidí metérmela. Después de intentarlo fallidamente con unas siete posiciones que ni yo sabía que podía hacer (de haberlo sabido antes hubiera aplicado para ser acróbata del Cirque Du Soleil) lo logré.

Fue raro, porque no se puede comparar con nada que te hayas metido ahí antes, pero después del momento incómodo ya no sentía nada. Hice de todo ese día, pero como andaba de nerviosita porque todavía no le agarraba la onda, me sacaba la copa cada 4 horas para checar cómo iba aquel asunto.

Dramas mentales

Cuando me la quité por primera vez me costó mucho trabajo. Yo andaba muy asustada pensando que la copa nunca podría salir. Me inventé una historia en mi cabeza en la que mi mamá, muy decepcionada, le llamaba a una ambulancia porque a la niña se le había atorado una cosa de la posmodernidad. Por andar siguiendo modas raras ese era mi castigo. Luego mi vecina, la viejita católica ortodoxa de al lado, le iba a contar mi anécdota a sus nietas para espantarlas y no se anduvieran metiendo cosas del diablo “ahí abajito”.

Pero al final me pasó lo mismo que al principio, era solo cuestión de encontrar la posición indicada y en la que me sintiera cómoda. Esto puede variar en cada mujer, porque tal vez a mí me recomendaron que era más fácil hacerlo en la regadera y me acomodó más estando seca y sentada en el escusado. Así que respirando y tranquilizándome fue como logré sacarla. Como dicen por ahí, todo lo que entra tiene que salir.

Una gran sorpresa

Al verla fuera, lo que más me impactó fue darme cuenta de que, en realidad, es muy poca sangre lo que reglo. Nada que no haya visto antes en una película gore o hasta del mismo Tarantino. En una toalla femenina o en un tampón después de cuatro horas ves esa cosa de algodón que absorbe toda la sangre y juras que desechaste un litro y medio (ok exageré). Quieres quitártela inmediatamente porque sientes una alberca entre las piernas, pero eso que tú ves inmenso en un toalla, son apenas unos 3ml de sangre, los cuales en la copa se ven como si fueran 3 gotas, ya que tiene capacidad de 20 ml.

Lo que más me gustó de la copa menstrual

Una de las cosas que más me gustaron de la copa es que no huele a nada. Sí, a nada. Y es que para mí esos anuncios de toallas donde dicen que con la nueva toalla nocturna con súper olor a manzanilla te sentirás mejor y más fresca que nunca, son totalmente falsos.

No hay nada que odie más en el mundo que justo ese olor, el de mi regla combinándose con el de la pseudo manzanilla. Sin embargo, la copa al ser de silicón de grado médico no provoca ninguno de estos aromas. También es a prueba de perros chismosos que te huelen y te clavan la nariz entre las piernas justo frente a su dueño, el cual es un completo desconocido para ti y ya se enteró que te anda bajando por su amiguito, el sabueso detective, (¡qué maldito oso!).

Convencida 100%

Así fue mi primera semana con la copa y, por lo que veo, realmente cambiará mi vida. Haciendo una buena investigación descubrí que puede durarme hasta 10 años y que puede pasar 12 horas en mi vagina (el tiempo varía dependiendo de cada flujo) sin irritarme, porque no tiene ningún químico. Además no volveré a gastar en toallas y tampones, los cuales son lo peor para el planeta Tierra, ya que tardan años en desintegrarse.

Inclusive hay quienes han encontrado otros tipos de beneficios con la copa, como vaciar la sangre menstrual en sus plantas para que se nutran mejor y crezcan más rápido (no sé si funcione, pero juro que esto no me lo inventé).

En cuanto al humor, yo me sentí bastante normal, pero mi novio asegura y reafirma que tenía otro mood, uno totalmente positivo. Claro que me quejaba de los cólicos, los cuales tristemente nunca desaparecerán, pero él notó que siempre estuve de buenas y con mucha mejor actitud que otras veces. Hasta me molestaba diciéndome «Bendita copa, ya hasta yo la amo».

¿Contras?

Si hablamos de algunos contras, cosa que yo personalmente no experimenté, podría ser que puede ser incomodo cambiarla o lavarla en un baño público, pero creo que siendo bien organizadas podemos procurar hacerlo en nuestro baño antes y después de nuestras actividades.

Personalmente la experiencia fue increíble, así que… ¡hasta nunca maldito olor a manzanilla! ¡Bienvenida a mi vida, copa menstrual bebé!

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