5 minutos escuchando a Marcelino Perelló decir que lo que viví no fue una violación


Esta publicación es una versión del texto original de Alexandra Ximenez editado y autorizado para Malvestida.com 

Hoy sentí dos cosas: náuseas y enojo. Mucho enojo.

Marcelino Perelló (quienes muchos ubican como un dirigente del movimiento estudiantil del ‘68), durante la transmisión de su programa Sentido Contrario en Radio UNAM la semana pasada, dedicó varios minutos a hablar sobre la violación o cómo ciertas cosas, según él, no constituyen una violación. El tema salió a flote cuando Javier Platas, otro de los conductores, hizo mención del caso de Daphne, los llamados Porkys y el juez Anuar González.

Pasé cinco minutos de mi vida escuchando a una persona decir que mi violación se puede comparar con que me “embarren la cara con mierda de caballo”. Pasé cinco minutos escuchando a un hombre que, entre varias cosas, le dijo “pendeja” a una mujer durante un programa de radio en vivo; llamó a una sobreviviente de abuso sexual “metible” y consideró que no es para tanto si a alguien le meten “un palo de escoba, dedos o vibrador” y que, según la “literatura especializada”, “muchas mujeres sólo tienen orgasmos cuando son violadas”.

Casi vomito.

Claro, yo sólo exageraba cuando tenía ataques de pánico y ansiedad al recordar lo que me sucedió, y las tantas veces que despertaba empapada en sudor y lágrimas al tener pesadillas en las que se repetía una y otra vez aquel episodio. Y al parecer esos kilos que perdí por no poder comer debería casi que agradecerlos, pero es que no había llegado a mi vida todavía la sabiduría de Marcelino Perelló: “Sin verga no hay violación”. Ufff, ¡qué pinche alivio!

Ahora ya puedo dejar de pensar que me violaron, gracias a Marcelino.

Marcelino (y seguro muchas personas como él) parecen tener una perspectiva bastante falocéntrica sobre las violaciones (y la vida en general), porque aparentemente para ellos el pene es lo único con lo que se puede cometer una violación. En esa lógica, seguro las violaciones mujer a mujer son un mito, y no quiero ni pensar qué opinarán de las violaciones de bebés y niños cuando no son cometidas con un miembro viril. Incluso puedo jurar que muchos hombres se sienten exculpados de los abusos que han cometido si en ellos no hicieron uso de su pene. Y es que, claro, “no son violaciones”. Ya lo dijo el señor Perelló.

Sin embargo, a los que creen, como Marcelino, que sólo se puede considerar violación si hacen uso de su pene, basta con que lean el siguiente artículo del Código Penal Federal (libro II, título decimoquinto, capítulo I):

Artículo 265.- Al que por medio de la violencia física o moral realice cópula con persona de cualquier sexo, se le impondrá prisión de ocho a catorce años.

Para los efectos de este artículo, se entiende por cópula, la introducción del miembro viril en el cuerpo de la víctima por vía vaginal, anal u oral, independientemente de su sexo. Se considerará también como violación y se sancionará con prisión de ocho a catorce años, al que introduzca por vía vaginal o anal cualquier elemento o instrumento distinto al miembro viril, por medio de la violencia física o moral, sea cual fuere el sexo del ofendido.

O en resumen: “Sin verga… sí hay violación”. De eso a que se obtenga justicia, hay un abismo.

Ante las fuertes críticas en diversos medios y en redes sociales, Radio UNAM decidió cancelar de forma inmediata el programa Sentido Contrario. Pero ¿y qué van a hacer con Marcelino?

Da muchísima tristeza que en 2017 tengamos que seguir discutiendo algo como esto en México; un país en donde un juez declara “si él no lo disfrutó, entonces no es violación”, donde se pone en tela de juicio a las víctimas y sobrevivientes de abuso cuando se atreven a denunciar o hablar públicamente sobre sus casos, donde se sigue creyendo que nosotras nos buscamos lo que nos pasa por (inserte aquí cualquier excusa sexista y retrógrada que se le ocurra), y que las violaciones seguro sólo las cometen los bad hombres de los que habla el presidente de los Estados Unidos y no los esposos, los novios, los amigos, los compañeros de trabajo.

Da coraje saber que mientras haya más Marcelinos en el mundo, que trivializan la violencia sexual, que usan espacios públicos para propagar su ignorancia y exponer su machismo, nos costará más trabajo entablar una conversación seria alrededor de algo tan terrible como las violaciones. Y habrá muchos otros artículos en los que se explique qué es una violación, qué dicen nuestras leyes, qué se está haciendo en ese caso, y es como volver una y otra vez al 1×1, 1×2… ¿No creen que es desgastante?

Pasé cinco minutos escuchando a alguien decirme que lo que viví –y lo que han vivido miles o millones de mujeres– no fue una violación. Pasé más de cinco minutos escribiendo esto, para decirle que sí lo fue.

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