La importante razón por la que necesitamos más libros y autores LGBTQ

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Texto por Tian Daphne*

Crecí en una familia tradicional en Singapur en la que los roles de género estaban rígidamente establecidos y la homosexualidad nunca fue tema de discusión. Era extremadamente doloroso para mí, una marimacha perpetuamente moreteada y con las rodillas raspadas, ser forzada a utilizar vestidos rosas vaporosos y tener que sentarme como “toda una dama”. A la edad de 8 años había decidido que yo era más niño que la mayoría, y llegué a la conclusión de que, definitivamente, no era una niña. Llevaba el cabello corto, trepaba árboles y me encantaba que me confundieran con un niño.

Tian Daphne
Sí, esa era yo

Experimenté mi primer profundo sentimiento de desilusión (y horror) cuando la pubertad me llegó de golpe y me convirtió en una desconocida irreconocible. Me hacían participar en esas incómodas charlas sobre «LA REGLA» y «LAS ABEJITAS Y EL POLEN» que mi aterrorizado cerebro de 11 años apenas si entendía. Es decir, ¿qué diablos se supone que iba a hacer yo con pechos, sostenes y toda esa sangre?

Pero con el tiempo, lento pero seguro, descubrí el emocionante poder de lo femenino, comenzando con mis primos varones que estaban aterrorizados por «EL BRA» y «LA TOALLA». Cada vez que se portaban demasiado molestos o arrogantes, mis nuevas armas eran altamente efectivas mientras los perseguía y les lanzaba toallas Kotex (sin usar) a sus cabezas como si fueran granadas.

En los años posteriores a mi adolescencia, empecé a desarrollar una vaga conciencia alrededor de la comunidad LGBTQ a medida que conocía y me hacía amiga de “butches” que llevaban el cabello corto, pechos vendados y pantalones holgados. O de hermosos  y delgados chicos que utilizaban el maquillaje y los tacones mucho más altos de lo que yo me atrevía a intentar. Esos fueron mis primeros pasos hacia un mundo secreto que la mayoría de los adultos que conocía elegían ignorar o criticar con vehemencia.

Incluso antes de entender el significado del término «discriminación», mi corazón se rompía una y otra vez por mis amigos gay: por su amor no correspondido, por sus romances clandestinos destrozados por sus padres enojados, por las familias que se negaban a reconocer quiénes eran ellos verdaderamente, por aquellos que habían sido repudiados por sus familias y se habían ido a las calles, abandonados a su suerte. Me parecía completamente irrazonable que alguien pudiera abandonar a su familia, o dejar de querer a alguien sólo por su elección de pareja.

En la sociedad y familia conservadora en la que crecí, “los gays” sólo eran mencionados en comentarios llenos de desaprobación y burla. No había personajes homosexuales en libros o películas, y los únicos que encontraba en las noticias eran aquellos que habían sido arrestados por «actos lascivos» o «comportamiento sexual pervertido».

Sin embargo, mis amigos homosexuales eran cariñosos, personas atentas y seres humanos totalmente normales que me enseñaron muchísimo sobre aceptación, resistencia y autenticidad (y bueno, maquillaje también). Tuvimos los mismos temores y esperanzas, sufrimos y amamos con la misma intensidad, y como yo, estaban tratando de averiguar cuál era su lugar en el mundo. La única diferencia que podía percibir era que se enfrentaban a muchos más problemas que yo.

«Todavía hay más de 75 países donde la homosexualidad sigue siendo un delito«

Desde los disturbios de Stonewall en la década de 1960 hasta la legalización del matrimonio homosexual en 2015, la lucha por los derechos LGBTQ ha experimentado diversos avances a lo largo de los años. Soy una amante de todas las cosas que tengan un arco iris y una defensora empedernida de la igualdad de derechos para todos, pero me queda claro que para alcanzar la verdadera igualdad todavía queda un largo camino por recorrer.

Las leyes contra los homosexuales en Rusia permiten la tortura a adolescentes homosexuales, así como la detención de extranjeros que se crea que son homosexuales o «pro-gay». Leyes discriminatorias similares en África representan un aumento en la persecución y violencia contra las comunidades LGBTQ en la región. Todavía hay más de 75 países donde la homosexualidad sigue siendo un delito, a pesar del creciente apoyo internacional para lograr un cambio, y la homosexualidad sigue estando prohibida en Singapur hasta el día de hoy.

Hablé con Vanessa Clark, autora de The Man On Top of the World, y me dijo: «Como una persona trans, intersexual y pansexual, la escritura siempre me ha dado la confianza de ser yo misma no sólo en el papel, sino en voz alta en las redes sociales y en persona. Si no fuera por la escritura, no sabría cómo ser yo misma con respecto a mis convicciones, mis creencias y mis estados de ánimo, o cómo compartir eso en mi escritura y en el mundo cibernético. La literatura LGBTQ no sólo nos da esa plataforma para que nuestras voces sean escuchadas, sino que también le da voz a los que de otra forma no la tendrían».

En la situación política global actual que se siente cada vez más tensa y dividida, es más importante que nunca sostener un diálogo continuo para tener sociedades más incluyentes. Después de todo, las raíces de la civilización moderna se remontan a los primeros seres humanos aprendiendo a convivir juntos en sus comunidades. La sexualidad humana y la identidad de género son increíblemente diversas y dinámicas –y la última vez que revisé ya estaba en LGBTQIAPK– pero apuesto a que hay gente por ahí que aún no está cubierta por todas esas letras. Crea tu propia definición si no existe una para ti, porque hay otros ahí fuera, igual que tú, que necesitan escuchar tu historia para saber que no están solos.

«Crea tu propia definición si no existe una para ti, porque hay otros ahí fuera, igual que tú, que necesitan escuchar tu historia para saber que no están solos»

Como lo expresa Anna Pulley, colaboradora de VICE y autora de The Lesbian Sex Haiku Book (with Cats!), «Necesitamos muchos más libros y autores LGBTQ, no simplemente porque la diversidad es vital y necesaria y la forma más efectiva de combatir la intolerancia. Sino también porque si no contamos nuestras historias, nadie más lo hará por nosotros. Los libros queer y los autores queer son otra manera de llegar a los demás y al mundo y decir: ‘Te veo. Tú importas’. Eso no es poca cosa, es un salvavidas”.

Yo trabajo con Publishizer, una plataforma que ayuda a los autores a encontrar editores a través de pre-pedidos. En enero llevamos a cabo Queerly Lit, un concurso de escritura de libros LGBTQ para ayudar a encontrar y ampliar voces LGBTQ. Estoy orgullosa del trabajo arduo que hacemos en Publishizer, porque creo que todos los colores en el espectro del arco iris de nuestra existencia necesitan ser representados y vistos. No podemos ayudar a todos, pero lo estamos intentando.

Cecilia Pérez-Matos, hija abiertamente lesbiana del ex presidente de Venezuela, ha superado situaciones imposibles, incluyendo golpes de estado políticos, golpizas y cáncer. Ganadora del premio en efectivo Queerly Lit ($2,000 dólares) y miembro de 1 año en ProWritingAid, su libro, The President’s Daughter, también obtuvo 510 pre-pedidos, $6,375 dólares en fondos y atrajo el interés de 9 editores.

*Este texto fue publicado originalmente en inglés en Medium. Su traducción al español ha sido autorizada especialmente para Malvestida.com. Traducción de Carlos Arroyo.

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