Favor de no molestar: ¡mujeres jóvenes bordando!

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Cuando era niña y pasaba tiempo con mi abuela, me parecía muy relajante verla bordar. Tenía cajas llenas de hilos y telas con estampados que dejaban ver algunas flores o frutas a las que les faltaba color. Ella y mi mamá me enseñaron las bases del bordado. Me compré bastidores, telas y muchos hilos, pero al igual que con muchas otras cosas, con el tiempo le perdí el interés.Años después, en la secundaria, me fue asignado lo que a mi parecer era el peor taller para una adolescente: “Bordados y Tejidos”. Recuerdo esa clase de cuatro horas en la que una maestra se sentaba con sus alumnas alrededor de ella y comenzaba a enseñarnos a bordar o tejer mientras comíamos snacks y platicábamos absolutamente de todo. En aquel entonces lo odiaba, me parecía aburrido, me cerré a no aprender algo que se suponía ya sabía e incluso casi repruebo la materia.

Actualmente pienso en aquella clase y me siento muy tonta. De alguna manera estábamos forjando una especie de club, un sister circle. Todas pudimos haber sacado mucho provecho de eso y, mejor aún, pude haber echado a volar mi imaginación y hacer cosas nuevas y diferentes.

Una foto publicada por ☁️Teresa☁️ (@teeteeheehee) el


La historia del bordado data desde la Edad Antigua y actualmente existen diferentes formas de realizar esta actividad e incluso distintos fines, ya sea como expresión artística, medio de comunicación o elemento decorativo en industrias como la moda o el diseño de interiores. De hecho, en los últimos años se ha visto un boom en esta técnica textil, que repentinamente dejó de ser una actividad realizada por nuestras abuelitas y se convirtió incluso en un medio de protesta para muchas jóvenes.

El bordado como técnica de ilustración, como método de meditación, incluso como emprendimiento. Tiene todo el sentido que esta actividad en la que cajas metálicas de galletas se convierten en contenedores de hilos y agujas esté siendo rescatada por mujeres jóvenes y creativas que sugieren propuestas divertidas e inteligentes a los tradicionales patrones de flores, frutas, tipografías y motivos religiosos. Además es una disciplina muy flexible, llena de propuestas impresionantes, y que cualquiera –con la suficiente práctica y compromiso– puede llevar a cabo.

Una foto publicada por Gimena Romero (@gimenaromero) el

En México hay mujeres bordadoras increíbles como Gimena Romero quien hace del bordado su expresión artística uniéndolo incluso con la fotografía; Silvia Peligro, que ha creado un club en el que mes a mes diferentes chicas se reúnen para llevar a cabo esta actividad. Fernanda Rodz quien proyecta su personalidad e ilustraciones en sus bordados, y Alma, de Hilos Shop, que a través de sus puntadas crea increíbles parches que resaltan nuestra identidad mexicana.

Internacionalmente es enorme la lista de mujeres haciendo maravillas. Sólo por nombrar algunas: Teeteeheehee y sus paisajes; Sarah Benning y su botánica bordada; Trini Guzmán, de Chile, con sus prendas intervenidas; Little Fvce en Australia, Clube do Bordado en Brasil, y Renata Ocampo con sus retratos.

Si después de ver el trabajo de esas chicas te sientes motivada a enhebrar tu primera aguja, ¡felicidades! Estás a punto de entrar a un mundo en el que no hay límites para crear.

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