Melania Trump y el enorme reto de ser primera dama después de Michelle Obama

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Estados Unidos tiene un nuevo presidente. Y mientras el país –y el mundo entero– tratan de asimilar que dicho mandatario sea Donald Trump, la industria de la moda se cuestiona cuál será su papel para con la nueva primera dama, Melania Trump.

Tradicionalmente, las primeras damas estadounidenses han sido cubiertas por la prensa, no sólo por su labor filantrópica, sino por sus elecciones de vestimenta. Estuvo Jackie O y su estilo impecable; Nancy Reagan con su look ladylike siempre en rojo; Hillary Clinton y su traje sastre y, por supuesto, Michelle Obama, protagonista del famoso armgate (que fue cuando los conservadores la criticaron por utilizar prendas sin mangas, porque ‘¡qué indecencia!’ ????).

Durante 8 años, cada look que la esposa de Barack Obama usó quedó registrado, reseñado y comentado en los medios de comunicación. Para los diseñadores no sólo era un honor vestir a la abogada por el rol que representaba, sino también porque el que portara sus prendas se traducía inmediatamente en un aumento en ventas. «Hubo una reacción muy fuerte e inmediata en los precios de las acciones de las firmas de diseño y también de los minoristas”, explicó al New York Post el financiero David Yermack, quien analizó el impacto económico de las elecciones fashionistas de Michelle Obama. “Ella tiene la capacidad de mantener el interés del consumidor de una manera que casi nadie más logra. He buscado largo y tendido, Kate Middleton, Carla Bruni. Nadie comienza siquiera a acercársele a la Sra. Obama en esto», añadió.

Claro que su atinado estilo no es lo único que la gente extrañará de Michelle Obama. Está su preparación académica, facilidad de palabra, carisma, trabajo benéfico, sentido del humor y ritmazo para bailar. Lo que hace que su sucesora tenga unos zapatos muy grandes –unos Jimmy Choo del 11, para ser precisas– que llenar.

Melania Trump es como la nueva novia que llega a conocer a la familia de su pareja sólo para darse cuenta de que todos siguen obsesionados con la ex. Y varios diseñadores y medios especializados en moda han dejado muy en claro cuál será su postura con la modelo de origen esloveno.

La primera en manifestarse fue la diseñadora Sophie Theallet, quien emitió un comunicado el pasado noviembre explicando las razones por las cuales no veremos a Melania enfundada en sus diseños: “Como alguien que celebra y lucha por la diversidad, libertad individual y respeto por todos los estilos de vida, no participaré en vestir ni asociarme de ninguna forma con la siguiente primera dama. La retórica de racismo, sexismo y xenofobia desatada por la campaña presidencial de su esposo es incompatible con los valores compartidos por los que nos regimos”.

Marc Jacobs, Derek Lam, Phillip Lim y Humberto Leon (de Opening Ceremony y Kenzo) son otros diseñadores que han confirmado que no tienen intenciones de vestir a la nueva primera dama.

El sitio de moda Fashionista tampoco dará protagonismo a Melania, salvo en ocasiones muy específicas. “Como individuos, no queremos contribuir a humanizar o darle protagonismo a una administración que plantea amenazas tan serias a las mujeres, las minorías, los inmigrantes y más, y que tiene tantas otras implicaciones preocupantes que no podemos ignorar, pero de las que tampoco podemos hablar con suficiente profundidad, porque esto es, ante todo, un sitio sobre moda y belleza”, explicó en una de sus notas.

Pero no todo es hacerle el feo a la nueva del salón (y por salón me refiero a la Casa Blanca). Pesos pesados de la industria como Carolina Herrera, Diane von Furstenberg, Dolce & Gabbana y Tommy Hilfiger han sabido ver más allá del apellido Trump para centrarse en el hecho de que, les guste o no, Melania es la esposa del nuevo presidente de Estados Unidos, y eso es suficiente para hacerla merecedora de sus diseños. Al final del día la moda es un negocio en el que participa quien pueda darse el lujo de pagar, y Melania –primera dama o no– para eso tiene dólares de sobra.

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