5 propósitos de Año Nuevo que realmente vale la pena intentar

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Tengo un problema con los propósitos de Año Nuevo, y es que desde hace algunos años descubrí que realmente no sirven para nada.

Sí, es lindo fijarnos metas, querer superarnos y apuntarlo en un papelito que nos lo recuerde. El problema es que casi nunca los cumplimos (al menos en mi caso), ni los mantenemos después de la semana inicial de emoción.

Así que me puse a pensar ¿cómo podría hacer de un propósito de Año Nuevo algo constante? ¿Qué pasaría si en vez de proponerme algo que solo me beneficie a mí, también hago algo por el medio ambiente?

Decidí crear una serie de retos muy sencillos, que al hacerlos en periodos cortos (por ejemplo, una semana o un par de días al mes) podrían ayudarme a forjar hábitos a largo plazo. Son acciones sencillas, cotidianas, pero que pueden hacer una gran diferencia en la forma en la que interactuamos con el mundo.

1. No utilizar popotes

Según el Movimiento Be Straw Free, tan solo en Estados Unidos se utilizan 500 millones de popotes TODOS los días, y cada uno puede tardar hasta 100 años en degradarse por completo. Además, forman parte de los plásticos que las aves y animales marinos constantemente ingieren por contaminación.

Y si estás pensando «Ewww, pero qué asqui que mi boqui toqui el plastiqui», esta infografía de Pictoline cambiará tu percepción al respecto.

Si incluso así tu alma necesita la moción de succionar, lleva contigo tu propio popote reutilizable. Suena a una locura, pero no tanto como seguir contaminando el planeta.

2. No consumir tanta carne

Soy carnívora consagrada y no imagino la vida sin unos buenos tacos al pastor. Sin embargo, cuando investigué acerca del impacto que la ganadería (en especial la vacuna) tiene sobre el medio ambiente –y tras conocer la iniciativa Meat Free Monday decidí que podía bajarle a mi consumo al menos unos días a la semana.

El resultado es que me he vuelto mucho más creativa a la hora de cocinar, he descubierto platillos vegetarianos deliciosos y cada vez disminuyo más mi consumo de carnes rojas.

3. Usar un medio de transporte alternativo 

Todos amamos la comodidad de utilizar un automóvil para transportarnos, pero si nos damos la oportunidad de explorar nuevas opciones podríamos encontrar una que nos enamore aún más.

Eso fue lo que me pasó con la bicicleta. Después de un par de meses de batallar con el tráfico decidí que una bici era una forma mucho más rápida, inteligente y saludable de moverme por la ciudad. Finalmente me compré una bicicleta eléctrica con la que voy a todos lados… y sin contaminar.

4. Cambiar las bolsas de plástico por bolsas de tela

Las bolsas de plástico son una epidemia. Nos las dan para todo y en todos lados, así que una excelente opción es llevar contigo bolsas de tela o esas tote bags promocionales que de pronto regalan.

Hay unas súper compactas que puedes tener siempre en tu mochila o bolsa de mano, por aquello de las compras inesperadas.

5. Donar dinero a alguna organización

Ya sea a favor de los animales, el medio ambiente o los niños, una donación mensual, por más sencilla que sea, ayuda.

Quizá puedes compartir con tu pareja una misma cuenta de Netflix o Spotify y donar el resto. De cualquier forma era un gasto que ya consideraban mes con mes.

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