Acabo de regresar de acompañar a mi esposo, que es estadounidense, a votar. Yo no puedo hacerlo sino hasta que me haga ciudadana, lo que es una pesadez porque votar en estas elecciones hubiera sido un momento culminante en mi vida, pero bueeeeeeeno, las cosas como son. Ahora tengo un sentimiento de felicidad, contrastado con infinita ansiedad, por saber cuál será el resultado de estas elecciones que han sido un circo mediático, un shock de realidad y un despertar de mi –ya despabilado– sentimiento de justicia.
Desde siempre supe que si pudiera votar lo haría por Hillary Clinton, sobre todo después de haber aceptado muchas de las posturas de su contrincante demócrata (y más liberal), Bernie Sanders. Para mí siempre fue obvio que votaría demócrata, cien por ciento, porque son sólo los demócratas los que aceptan y hablan del calentamiento global y qué se puede hacer para combatirlo. Fue durante la presidencia de Barack Obama cuando (¡por fin!) la comunidad LGBTQ recibió los mismos derechos que los heterosexuales. Son los senadores demócratas quienes defienden clínicas como Planned Parenthood, en donde las mujeres de bajos recursos tienen acceso a cuidados y atenciones médicas profesionales. Y es el partido demócrata el único que habla de reformas migratorias con un lenguaje de empatía y sensibilidad.
La semana pasada estaba leyendo acerca de Clinton, sus años de experiencia y trabajo social, cuando recibí una invitación a un grupo de Facebook. La invitación decía “(tu amiga) te ha invitado al grupo secreto Pantsuits Nation”. O sea, un grupo underground que se hace llamar “Nación de trajes sastre” (en referencia a la ropa de elección de la candidata demócrata). El grupo comenzó con la intención de reunir a gente pro-Hillary alrededor de todo el país para convencerlos de que acudieran a votar usando un traje sastre. Pero, como el internet trabaja en maneras misteriosas y mágicas, de pronto el grupo se transformó en un foro de mas de 2 millones de personas compartiendo historias personales, ideologías y razones por las que la gente votaría por Hillary Clinton.
En un mar de información (y desinformación), en donde todos los días leo cosas horribles, este grupo resultó más que inspirador. Y es que es fácil juzgar desde una silla de privilegio, pero cuando lees a gente que vive o ha vivido circunstancias distintas a las tuyas, es imposible no emocionarse por lo que estas elecciones significan para ellos.
Cientos de mujeres compartieron historias de fortaleza después de haber sobrevivido violaciones por parte de extraños y otras por parte de familiares cercanos. Mujeres que crecieron en hogares con papás machistas y mamás sumisas y que quieren otro tipo de hogar para sus hijos. Hombres que crecieron gracias a su madre soltera, que se fajó para darles una vida digna. Personas trans que quieren un país en donde se sientan incluidos. Gente de la comunidad LGBTQ que no quiere que sus derechos, o los de su familia, sean revocados. Minorías que detestan la manera en la que Trump se ha referido a ellos. Mujeres casi centenarias que nacieron cuando no era permitido el voto femenino y no lo dan por sentado. Hombres y mujeres que a pesar de una vida de privilegios, reconocen que quieren un país progresista para las generaciones futuras.
Y así, leyendo historias y viendo fotos y caras de mujeres, hombres y familias que reconocen lo importante que son estas elecciones para este país, lloriqueé. Recordé la impotencia que sentí viendo los debates y sabiendo que Hillary Clinton, que se ha preparado durante años para este momento, tenía que pasar demasiado tiempo defendiéndose de Donald Trump, un tipo que no sólo no está preparado y cuyas políticas son vacías y unilaterales, sino que es verdaderamente ofensivo y deshonesto.
Pensé en mí y en mis futuros hijitos judío-mexicanos, para quienes quiero un país incluyente y tolerante. En tantas mujeres que viven pequeños infiernos rodeadas de hombres que las ningunean y en otras que trabajan y se preparan todos los día para no aparentar ser menos que sus contrapartes masculinas. Pensé en el perfecto ejemplo que es Hillary Clinton de una mujer fuerte, decidida y que nunca se rinde.
Ahora pretendo pasar un día tranquilo, fingiendo que no quiero seguir el conteo de los votos cada minuto que pase. Ya me hice un plan de entretenimiento y planeo intentar no pensar más en el resultados sino hasta que se cierren los votos. Pienso mandar buena vibra a todos mis compatriotas y latinos en este país, quienes después de ser ridiculizados por Trump, son el voto que definirá las elecciones (¡voto latino!). También, hoy más que nunca, deseo que en México y en Latinoamérica, podamos tener gobiernos justos y honestos.
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