Hablemos de sexo… y de Hollywood y sus mentiras

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Te tapan los ojos con una prenda negra de seda. Te guían por una casa super pulcra que huele a lavanda o a jazmín, o a rosas blancas. ¡No! A canela… ¡que es afrodisiaca! Eso… canela…

Cuando te quitan la venda descubres un camino de pétalos de rosas rojas que te guían a una bañera… ¡No! A un jacuzzi, con muchas burbujitas y con el agua de colores. Ya sabes, estos productos que echas en el baño y…

Vale, al grano.

En la bañera/jacuzzi te espera un maromo de gimnasio con labios carnosos que te ofrece una copa de champán. Al final tú te dejas hacer y tienes una noche loca de pasión desenfrenada en la que te coronas como la reina de los multiorgasmos con el buenorro de turno.

¿Te suena familiar? Tranquila, a mí tampoco.

Hollywood y sus comedias románticas han hecho mucho daño a las expectaciones sexuales del género femenino y, ¿por qué no? También a las del masculino. Ni somos Nicole Kidman enamorando a un Tom Cruise en Eyes Wide Shut ni una Jennifer Lawrence danzando grácilmente con un rítmico Bradley Cooper. ¡Si hasta se han encargado de que el oficio más antiguo del mundo luzca apetitoso gracias a un Richard Gere que cubre de dinero a la novia de Ámerica!

La realidad es un mazazo en todo el clítoris. Pobres de esas jóvenes vírgenes que esperan ansiosas su primera vez como agua de mayo, imaginándose retozando en una cama con (de nuevo el manido tema de los pétalos de rosa), estilo American Beauty. Lo que no se esperan es enredarse entre las sábanas ásperas de un hostal mustio en el mejor de los casos, o hacer artes malabares en la parte trasera de un coche…

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Tú… nunca… jamás

Pero no sólo de vírgenes está llena la consulta de las frustradas sexuales… Ni de chicas…

María, de 27 años, está traumatizada. Siempre se ha creído la reina del sexo oral, sus artes amatorias con la boca encandilaban a sus machos que se deshacían en cumplidos hacia ella. Arrodillarse y dar placer era su especialidad, su habilidad en la cama más notoria. Un día, sin embargo, todo se truncó y se encontró con un chico que evitaba ese tipo de acto.

“Es que… no me gusta que las chicas… me la chupen, ya sabes…”

MENTIRA. Al parecer, la pobre María más que placer le producía daño en sus partes más nobles y, avergonzado, el angustiado muchacho no se atrevió a contarle la verdad hasta muchas citas después, cuando María rozaba el límite de lo que es “voluntario” o “forzado” para hacer uso de su órgano bucal.

Y entretanto, el cine sigue haciendo mucho daño. Nueve semanas y media levantó la fiebre de los strip-tease en parejas que buscaban salpimentar su relación con un toque diferente. No obstante, incomparable es Kim Bassinger –y sus curvas– con los skinny jeans atascados en las pantorrillas de tu novio que dejan entrever unos calzoncillos de Batman de lo más monos, pero que quitan la sensualidad si los mezclas con unos calcetines un tanto usados con agujeros en el dedo gordo…

Y es que las mujeres somos las más damnificadas en este proceso de embrujo y seducción que nos vende Woody Allen en Match Point. Hartas de hacer hincapié en el uso de los preliminares como manera de entrar en acción, tenemos que luchar contra esos machitos que se creen que el clítoris es un Pokémon evolucionado.

Aunque bueno, también están los otros, los que, como María, se creen expertos en el manejo de tan complicada parte del aparato reproductor femenino y, cual ingenieros arreglando un artefacto peligroso, se las ingenian para aparentar seguridad y control mientras que, quizás, la víctima que yace a la espera de recibir placer se retuerce de dolor o de indignación ante tal frustrada maniobra. He aquí algunos testimonios:

– “A mí me da por reírme… Ya sabes, cuando te tocan ahí, en un punto en concreto…”. L. 32 años.-

-“A mí me tiembla la pierna izquierda… Será algún tipo de conexión rara…”. C.29 años.

Eso no sale en las películas. En los filmes románticos no te enseñan la retirada del preservativo usado. El “¿Está ya dentro?”. El ir a hacer pis después de mantener relaciones para evitar esas cistitis molestas. Hacer la cucharita con pijama de franela en invierno y el “quítate que me das calor” en verano. Las flatulencias por accidente. Y las flatulencias que no lo son, pero que lo parecen con el roce de los cuerpos.

No nos engañan. Ningún Diarios de una pasión ni ningún artista que te quiera pintar desnuda al más estilo Dicaprio en Titanic podrán convencernos de lo bonito que es hacer el amor bajo la lluvia (y el resfriado a la mañana siguiente) o en el interior de un coche antiguo (y la incomodidad de pelear con la palanca de cambio). Es que tampoco hablan de las engarrotadas o de los tirones musculares (que los hay…), ni de los pequeños “accidentes” que acaban en una sala de urgencias del hospital pidiendo la píldora del día después.

Las expectativas son cada vez más altas y la culpa la tiene Christian Grey y su sadomaso para todos los públicos. Hollywood nos vende sexo de ensueño y la vida real nos regala braguetazos y frustraciones.

Eso sí, quédate con la canela… que es afrodisiaca.

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