6 consejos de una wedding crasher para colarse en una boda como una profesional

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Wedding crashers
Foto. iStock/Ralwel

El recién estrenado marido bromea con el padrino de bodas mientras que su suegra sonríe, con delicadeza, a unos primos que apenas conoce. La novia está radiante. Con un vestido midi blanco y tacones imposibles se siente la reina de la fiesta. No en vano ella, y sólo ella, ha sido la que ha organizado el coctel de bienvenida por completo. Está todo bajo control: los canapés listos para ser servidos, las copas de champán se vacían por los gaznates de los invitados, la cerveza de importación descansa en el barril al fondo y…

Un momento… ¿Quiénes son esos dos extraños que se ríen cómplices al lado de la puerta? No estuvieron en la ceremonia y nadie parece conocerlos… ¿Se han colado?

Los llamados internacionalmente wedding crashers son más comunes de lo que la gente cree. Al estrés por tener todo listo en un día tan especial, se une una nueva amenaza en forma de caraduras que quieren comer y beber gratis. Quizás movidos por la película estrenada en 2005 bajo el nombre “De boda en boda” o «Los Caza novias» y protagonizada por Vince Vaughn y Owen Wilson, estos intrusos buscan un ligue de una noche. O puede que sean auténticos aficionados a los deportes de riesgo y necesiten una dosis de adrenalina que los saque de la rutina diaria…

He de confesar que yo he sido una sinvergüenza, una intrusa y una fan de las locuras que rozan lo confesable…

A pesar de sonrojarme tras lo ocurrido, sin malicia ni atisbo de mala intención, creo conveniente compartir mi escasa sabiduría sobre el tema en aras de instruir a nuevos wedding crashers que quieran pasar un rato divertido y sentirse tan poderosos como dos agentes infiltrados en una misión de vida o muerte.

Así que aquí algunos pequeños “tips” para colarse en una boda:

1. La información es poder

No es ningún crimen colarse en una boda, pero la preparación para tal tarea se asemeja a cualquier plan que un DiCaprio trazaría en una de sus últimas películas de acción. O, en mi caso, veinte minutos de búsqueda en Google para dar con una website que un par de ingenuos decidieron crear para informar, públicamente, del más mínimo detalle del enlace. Vale, quizás no haya documentos secretos del gobierno ni ajustes de cuentas entre mafias involucrados en el proceso… pero la emoción estaba ahí, rozando el peligro.

2. Convence a un alcahuete que quiera hacer de cómplice

Y si esa persona comparte ese entusiasmo por irrumpir en tales eventos de manera sibilina y con los pies en la tierra, mejor que mejor. En el dúo de wedding crashers siempre tiene que existir una mente fría que calcule daños y situaciones embarazosas de manera anticipada, para así buscar soluciones a posibles problemas o imprevistos con antelación.

3. Crea nuevas identidades

¡Ah! Esta es mi parte favorita. Y es que, ¿a quién no le gustaría ser otra persona por un par de horas? La creatividad y la imaginación no tienen límites en este juego en el que se vuelve a ser niños. Profesora, ingeniera, doctora, auxiliar de vuelo… María, Mercedes, Sofía, Roberta… ¡Las posibilidades son infinitas!

Sin embargo, intenta ser realista. Por mucho que te guste ser Gervasia, probadora oficial de galletas a cambio de un buen sueldo y que quedó finalista en un famoso programa de búsqueda de talentos… No cuela. Déjala ir. Gervasia es fantasía. Apuesta por María, la profesora de español. María podría ser real.

Lo siento Gervasia…

4. No te pongas a hablar con alguien mayor 

Esa persona podría ser el padre de la novia… o del novio. Y no me repliques con frases del tipo “¡Ya sería demasiada mala suerte!” porque la fortuna o la desdicha aparecen y desaparecen de forma muy sutil. Y entonces te dará igual que te llames Gervasia o María, porque el futuro suegro de la que posa felizmente con el vestido blanco irá a comentar a su hijo lo simpáticos que fueron los dos que beben cerveza al lado de la puerta.

El novio los escudriñará con los ojos y se dará cuenta de que no sabe quién fregados son. Se lo comentará a su futura mujer en el medio de la foto oficial. Tendrán que repetir la instantánea porque han salido con cara de sorpresa. Y entonces, ENTONCES, se acercarán a ustedes y les dirán, confusos, que no los conocen de nada.

5. Inventa un código con tu cómplice

En el caso de que se pongan las cosas feas para uno de los “jugadores”, éste puede avisar al otro de que tienen que poner tierra por medio lo más rápido posible. Ese código secreto sólo se ha de utilizar en caso de peligro extremo y constituirá de una frase de lo más inocente, tipo: “Tu madre acaba de llamar”. Nótese que no funcionará en el caso de que los recién casados hayan descubierto el pastel y los acorralen en la puerta mientras el resto de los invitados los mira de arriba abajo.

6. ¿Tacones? ¡Ni hablar!

En última instancia te puede tocar correr. Mucho. Y no es agradable darse a la fuga entre arbustos, piedras y callejuelas con dos zancos que serían la delicia de futuras torceduras de tobillos y esguinces aparatosos, mientras que el padrino de bodas te persigue como si no hubiese mañana. Menos aún si ese padrino está fibrado de gimnasio y tú no, y te acabe cazando y tengas que darle explicaciones, medio avergonzada medio risueña, sobre la fechoría que acabas de cometer.

La mayoría de wedding crashers sólo piensan en pasar un rato divertido y brindar en honor a los novios que acaban de conocer minutos antes. Sólo un pequeño porcentaje de los mismos tiene en mente malas intenciones y, créeme cuando te digo que yo no estaba entre ellos.

Consciente soy de que el recién estrenado matrimonio habrá soltado varios improperios y se habrá acordado, para mal, de todos mis ascendientes… Sin embargo, consuelo les puede quedar el pensar que, si algún día decido pasar por el altar, el karma me devolverá esta “broma” en forma de desconocidos colándose en mi boda. Así que, a mis posibles futuros wedding crashers les dedico una sonrisa y la promesa de un “selfie” con el pastel de bodas. Al fin y al cabo, se trata un poco de volver a ser niños y jugar a ser espías por un día.

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