La vida dulce según las sugar babies

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El tema de buscar pareja en línea no es una novedad. Comenzando con Match.com, pasando por Jdate y apps como Tinder, buscar a “extraños” en la red para cualquier tipo de compañía es normal. Y considerando que la compañía que uno busca a veces es con fines egoístas (te da frío en la noche, te da flojera desvestirte a ti misma o no quieres comerte toda la pizza sola), ¿qué tan reprochable es ofrecer compañía con fines económicos?

Bajo esta premisa existen sitios electrónicos que buscan reunir a sugar daddies con sugar babies. O sea, hombres mayores con solvencia económica y mujeres jóvenes dispuestas a ofrecer ya sea compañía o sexo –o las dos cosas– a cambio de facilidades económicas. No es una transacción obvia (no es en efectivo, pues), a veces las sugar babies nada más reciben regalos caros o viajes, otras veces viven sin pagar la renta y hay incluso quienes estudian un post grado sin tener que desembolsar un centavo de sus propios bolsillos.

Lujos y conexiones

Hay gente que aboga por este tipo de relación, como Candice Kashani –quien aprecia muchísimo las bolsas Chanel y veinte pares de Louboutins que ha recibido como sugar baby– pero también sugiere este tipo de relaciones como una excelente fuente para hacer conexiones profesionales (o networking). O el caso de una chica de 19 años que en un año recibió $75,000 dólares de su sugar daddy de 51 años (32 años de diferencia…¡TREINTA Y DOS!). También existen sitios en donde uno puede leer tips acerca de cómo llevar una relación de este tipo y saber “cuánto vales”, y no como persona, sino literalmente cuál es tu precio.

Según el sitio Seeking Arrangements (SA), que con más de cinco millones de usarios es el portal mas grande en línea para este tipo de “relaciones”, “Un convenio sucede cuando la gente es directa al comunicarse y deja de perder el tiempo… Nuestro sistema de perfiles permite a nuestros miembros establecer sus expectativas fácil y claramente”.

¿Un trabajo universitario?

Este tipo de relaciones es cada vez más popular entre mujeres universitarias de Estados Unidos tratando de financiar sus estudios. Tanto así, que SA ofrece una “Membresía Premium” si te suscribes con tu email .edu. Además, SA reporta que el 44% de sus más de dos millones de sugar babies son estudiantes universitarias que difícilmente pueden mantener su ritmo de estudios sabiendo que tienen que trabajar para pagar su educación.

Tal es el caso de Sara-Kate Astrove, que durante cuatro años y alrededor de 30 relaciones con hombres de entre 42 y 75 años ganó $300, 000 dólares, suficiente para mantenerse y pagarse un máster en la New School en Nueva York. También está el caso de Vanessa, quien recibe de sus sugar daddies entre $500 y $3000 dólares al mes para pagar gastos y lujos, y usa el dinero que le dan sus papás para pagar la universidad.

Seeking Arrangements estresa que el tipo de relaciones entre sus usuarios depende de ellos mismos. Las dos partes involucradas deben de fijar parámetros y límites claros antes de entrar en una relación y durante la misma. Esto insinuando que estos convenios no están siempre basados en transacciones sexuales (aunque literalmente sólo un caso de entre las decenas de los que encontré no terminó en sexo).

Sugar babies: entre la realidad y la ficción

Eso es lo que sucede en la serie The Girlfriend Experience”. Chelsea (Riley Keough) es una chava que se dedica a ser escort de lujo y encuentra a sus clientes en línea. Es estudiante de derecho, vive bien, tiene un novio estable (que sabe muy bien a lo que ella se dedica) y por las noches ve a sus clientes. Con algunos tiene sexo, con otros sólo platica y a otros les da cariño por medio de caricias.

Existen muchísimas historias de este tipo y casi todas comparten los mismos detalles: un hombre que quiere sentirse deseado por una mujer y lo logra dando dinero a cambio.

De cualquier manera, este tipo de relaciones basadas en transacciones con fines económicos me parece alarmante y altamente denigrante para las mujeres, quienes intentamos valernos por nosotras mismas y buscamos relaciones donde las dos partes recibamos respeto, admiración y aceptación. No está mal tener aspiraciones económicas. Tampoco esta mal querer cosas materiales (a mí, como a Marilyn, también me gustan los diamantes de vez en cuando).

Tampoco estoy en el negocio de decirle a dos personas adultas qué hacer con su tiempo o relaciones. Creo que las mujeres podemos y debemos decidir qué hacer con nuestra sexualidad. Si quieres estar con alguien porque te regala cosas, ¡bien por ti! Si no tienes dinero para salir a comer ese postre que te fascina y alguien se ofrece a pagarlo, ¡buena onda! Y, definitivamente, puedes no querer relaciones serias y sólo pasarla bien con diferentes parejas, pero me parece que hay algo seriamente sexista cuando Seeking Arrangements cuenta con una base de usuarios donde 9 de cada 10 sugar babies son mujeres, a quienes los representantes de esta compañía les sugieren que “usen maquillaje en la primera cita… más no demasiado por que a algunos sugar daddies no les gusta”, entre otras reglas.

El blog de SA también enlista algunas razones para buscar este tipo de relaciones “mutuamente beneficiosas”, como el dejar de salir con hombres «parásito» que sólo quieren vivir a costa tuya; evitar trabajar en un restaurante de comida rápida donde sólo recibirías el salario mínimo, o vivir emociones nuevas que jamás tuviste en tu «vida provinciana».

Y aunque dicen que ser una sugar baby no es prostitución –pues una decide qué hacer o que no en la relación–, lo que sí sé es que, independientemente de la razón para entrar en una relación como esta, las reglas de la economía no fallan: el que tiene el dinero tiene el poder y es la baby quien decide convertirse en una mera mercancía.

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