‘México es como un bebé que no duerme’ o cómo los sismos se llevaron nuestra tranquilidad

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Foto. Ben White

Para quien era un bebé y no lo recuerda o para quien no había nacido en aquel sismo mítico de 1985, el del 19 de septiembre de 2017 es el referente del terror verdadero. Tal vez esta generación nunca llegó a sentirlo o tener la certeza de que podía terminar su vida a causa de movimiento de la Tierra. A quedar debajo de los escombros de un edificio. Ahora este miedo es real.

Lo vimos y lo sentimos, nadie nos lo contó. Nuestros ojos y nuestros smartphones registraron cómo edificios se quebraron, desgajaron o derrumbaron en cuestión de segundos. Pareció una película de acción o un videojuego del que no pedimos ser protagonistas. Estuvimos ahí involuntariamente y el olor y sabor a polvo de ese día es algo que no vamos a olvidar.

El sonido de la alerta sísmica ahora provoca un rush de adrenalina. Bajar y salir rápido; tomar solo lo indispensable y olvidar todo lo material. Lo importante es salir a tiempo. Sabemos que atenderla rápido tal vez sea la diferencia entre salvar nuestra vida o no. Sean leves, moderados o fuertes los sismos, ya nadie la ignora como antes. Lxs mexicanxs ahora somos el vivo ejemplo del experimento de los perros de Pavlov.

En conversaciones con mucha gente, me di cuenta de que el sentimiento de terror e intranquilidad es un común denominador. Después de los sismos de septiembre del año pasado y los recientes de febrero de 2018, ya no tenemos tranquilidad. En una plática con amigas hicimos la metáfora de que «México es como un bebé que no duerme». Porque ya no nos deja cerrar los ojos, es difícil relajarnos y creer que «como ya pasó», ya no va a suceder. Mentira.

¿Y si estás bañándote y no escuchas la alerta? ¿Y si estás en el piso 15 de la torre y no logras bajar? ¿Y si se cae tu casa? ¿Y si tú o tus seres queridos no la libran? Ahora estas hipótesis son muy cercanas.

La única certeza

Xyoli Pérez Campos, jefa del Servicio Sismológico Nacional, dijo hoy a Carmen Aristegui que desde viernes 16 hasta ahora ha habido 2,140 réplicas. La más fuerte, la madrugada de este lunes 19. Fue de magnitud 7.2, un miedo que ya hasta aprendimos a medir dependiendo lo que sentimos moverse bajo nuestros pies.

Las réplicas puedan continuar en los siguientes días. «No sabemos cuánto tiempo van a durar, pero toca estar prevenidxs, van a durar muchísimos días», dijo Xyoli Pérez. Es decir, que la única certeza es que habrá más sismos, lo que no puede predecir ninguna ciencia —ni mucho menos algún vidente— es de qué intensidad serán. Por ende, hay que estar preparadxs para ello. Toca aprender a vivir con el miedo o a aprender a controlarlo.

Cómo lidiar con esa ansiedad

Hay veces que parece sonar la alerta sísmica y sudan las manos, pero solo son ruidos de sirenas, alarmas de coche o el carrito de los camotes. Hay otras en que el simple paso de un camión muy pesado nos revive las ganas de llorar. La hipersensibilidad al entorno, la ansiedad exhacerbada y los pensamientos de desolación constantes son los principales síntomas de estrés postraumático propios de alguien que vivió un terremoto de alta intensidad, dijo Francisco Martínez León, jefe del programa de atención psicológica a distancia de la UNAM al sitio Verne, del diario El País.

«El cerebro tiene una memoria impresionante y una situación puede desencadenar ansiedad por experiencias que sucedieron hace mucho tiempo», dijo al mismo diario la sicóloga Daniela Soto, encargada del Hospital de las Emociones. Y estas pueden darse en los días próximos a vivir un sismo así o incluso hasta dos semanas después.

Ambos especialistas concuerdan en que llorar, tener dolores de cabeza e insomnio es normal, pero si el miedo persiste, lo mejor es atenderlo. Tomar una terapia de recuperación lo más pronto posible. Nunca automedicarse.

Si has pasado por esto y no sabes a quién acudir, tanto el gobierno federal como el de la Ciudad de México y la UNAM brindan ayuda gratuita y especializada.

Una de mis amigas se inscribió a esa ayuda sicológica de la UNAM y desde entonces ha estado más tranquila. En el sismo del 19S le tocó en su casa, donde trabaja diariamente y ese entorno se convirtió en algo aterrador. Como no podía vivir con eso, pidió ayuda.

Un plan personalizado

Carlos Valdes, director general del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) habló en la primera edición de Noticias MVS Radio. Entre las medidas que, dijo, podemos tomar, más que esperar los planes y acciones del gobierno, invitó a tener protocolos personales.

Algo que en lo personal me ha ayudado a estar más tranquila es tener un plan de acción. Son pequeñas reglas con las que he aprendido a vivir.

  • Tener un grupo (chat) con toda la familia, amigxs o personas más importantes donde únicamente se avise si están bien después de un sismo.
  • Indicar un punto de encuentro (con familia, amigxs, roommates) en caso de que, tras un temblor, no haya celulares.
  • Jamás dormir sin pijama.
  • Siempre tener un calzado cerca de la cama (en caso de que tiemble y esté dormida).
  • Dejar las llaves pegadas a la cerradura.
  • La famosa mochila de supervivencia y los documentos más importantes a la mano.
  • Tener el celular siempre cargado antes de dormir.

Si en el rush de que suene la alerta sísmica no alcanzo a tomar la mochila, a las mascotas o cerrar la casa, no importa, lo primero es mi vida y mi seguridad.

Cada quién debe elaborar su plan de acuerdo a sus necesidades. Tal vez no sea el más perfecto ni el más completo. Sin embargo, es algo que ayuda a calmar mucho mi ansiedad. ¿Cuál es el mejor? El que te permita tener entereza aunque hayas tenido la terrible experiencia de ver caer tu ciudad.

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