10 historias de Navidad que no salieron como debían (contadas por nuestrxs lectorxs)

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historias de Navidad

Oh, blanca Navidad. Todo es paz, amor, esperanza y ¡CAOS! Porque entre tantas reuniones familiares, posadas e intercambios de regalos, hay muchas cosas que pueden salir mal. Lo sabemos, porque nos ha pasado.

En Malvestida nos echamos un clavado hacia el pasado y le pedimos a nuestrxs lectorxs que nos contaran aquellas historias reales de Navidad en las que el drama y el desastre fueron las protagonistas.

Silvia Paulina

Además de que cumplo años el 23 de diciembre (y todos los cumpleaños me la paso en los supermercados por los preparativos de Nochebuena), una Navidad, cuando era niña, mi mamá me compró un vestido de esos que se usaban con crinolina debajo (tenía unas abejas preciosas que amé desde el primer instante) y mis calcetas de encaje a juego.

La fiesta fue en casa de mis abuelos, con mis primos y tíos, y siempre quemábamos pirotecnia, pero resultó que a la hora de la quemada, uno de «los cuetes», como diría mi abue, era un disco que se elevaba sin dirección, girando sin control y sacando chispas, y cuando uno de mis primos lo encendió, el disco terminó volando hacia mi vestido, lo quemó y le hizo unos agujeros catastróficos. Fue un desastre navideño, porque yo no podía parar de llorar. Mi familia creyó que era porque me había quemado, pero en realidad era porque habían arruinado mi vestido.

Ale

Todos los años, mi hermana y yo cocinábamos nuestras tradicionales galletas navideñas. Sin embargo, hubo una Navidad en la que nos atrasamos y tuvimos que prepararlas el mismo día de la cena. El problema fue que mi mamá ya había puesto el pavo en el horno para que se cocinara (tenía que estar ahí como 6 u 8 horas), pero a mi hermana y a mí «se nos hizo fácil» sacarlo un par de horas para hornear nuestras galletas.

Cuando mi mamá regresó a la casa y vio el pavo fuera del horno –a medio cocinar–, le salió fuego por los ojos, se convirtió en el Grinch y se le olvidó todo el espíritu navideño. Para hacer todo más caótico, la puerta del horno se rompió, así que tuvimos que llevar el pavo a casa de un tío para que terminara de cocinarse.

Esa fue la última Navidad que mi hermana y yo hicimos galletas.

Samanta

Una Navidad, mi hermana encerró a una prima que nos caía mal en un closet y pasó así toda la noche, sin que nadie se diera cuenta, hasta que llegó la hora de abrir los regalos y empezaron a preguntar «¿Y Jenny?». Todos guardamos silencio y solo se escuchaba a mi prima intentando abrir la puerta del closet.

Vi

Un día antes de la cena de Nochebuena se me ocurrió ponerme una mega borrachera (mi abuelita tenía 20 días de haber fallecido y creo que yo estaba deprimidísima) y al otro día no pude cenar. De hecho, ni comer nada, es más, ni tomar agua. Me la tuve que pasar en cama porque en la cruda todo lo vomitaba. TODO.  Le arruiné el día también a mi mamá que ya hasta me quería llevar al hospital. Tuve que comerme hasta el otro día lo que se suponía íbamos a cenar

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Brithany

La cena era en casa de mi tía y cuando me dio mi regalo, por accidente tiré una lámpara y luego ésta tiró la pantalla de plasma que mi tía se acaba de regalar a sí misma, porque siempre se regalaba boletos para ir a ver a Arjona y, pues, no está chido. Según ella sí estaba chido, pero las rolas de Arjona no tienen sentido… ya me salí del tema. Pero, en resumen, ella me regaló algo súper mega chingón y yo… yo le regalé un chingadazo a su pantalla de plasma. Después de eso, los regalos de Navidad y/o cumpleaños que me daba mi tía no eran tan chidos. Quizá fue por la pantalla… o por hablar mal de Arjona.

Jair

Cuando era joven me gustaba jugar mucho con las luces de bengala en Navidad. En una ocasión se me ocurrió que era buena idea pasar las luces alrededor de las piñatas. ¡Oh mi dios! Gran error, terminé quemando las tres piñatas y a todos les repartieron dulces medio chamuscados. Qué perro oso.

Dnni

Estaba escuincla, pero no tanto, tenía como unos 10 años e, ilusa, aún creía en Santa Claus. Ese 24 de diciembre estaba jugando con una prima y tiramos ponche en la cama ¡y madres! Teníamos que limpiar súper rápido y no dejar huella del crimen que habíamos cometido. Yo, asustada, fui a buscar una toalla, estaban colgadas en una caminadora (casual en México), y cuando la quité… ¡ahí estaban escondidos los regalos! Y por el pinche ponche descubrí que Santa no era tan real como creía.

Majo

¡Mi mamá perdió el pavo! Ya era una Navidad medio deprimente, porque era la primera desde que se separaron mis papás. Como dos de mis hermanas son vegetarianas, mi mamá compró solo unas pechugas de pavo en Costco. Llegó a la casa y no estaban en el coche. Se perdieron entre que le cobraron y el estacionamiento.

¡Pero salvé la Navidad! Llamé al Costco a preguntar «¿han visto un pavo abandonado?» Y nos dejaron regresar por otro paquete.

Marisol

El 24 de diciembre de hace un año, mi familia y amigos nos reunimos a celebrar Nochebuena y lo típico de tronar los cohetes durante toda esa noche. Y pues resulta que se me ocurrió ponerle chispas a la piñata y llenarla de millones de cohetes para que diera vueltas como bola de disco. El resultado fue una piñata quemada con dulces derretidos y la mirada de odio de todos los niños.

Paty

Una Navidad cuando estaba chica y ya no creía en Santa (mis papás ya lo sabían), me desperté antes que todos y bajé a ver qué regalos había traído «Santa», pero no había nada. Subí y desperté a mi mamá, le pregunté que qué onda, porque mi hermanita todavía creía en Santa. Mi mamá se había quedado dormida y se olvidó de poner los regalos. Los terminé poniendo yo y quedé súper agotada por estar envolviendo a máxima velocidad y subiendo y bajando las escaleras (tengo pésima condición física).

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