¿Por qué es urgente hablar de #JusticiaParaDaphne?

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A diario, muchísimas mujeres en el mundo son agredidas sexualmente de diversas formas que van desde lo más sutil como el acoso callejero, hasta lo más extremo como el abuso sexual o el feminicidio.

Lo increíble es que ante este panorama todavía siga siendo necesario suplicar y hacer campañas para pedir que no nos maten. Además de todo, parece que hay que decirlo bajito, formalmente, con recato, a fin de que nuestra petición no incomode y no nos tachen de desquiciadas. Todo para ver si un día, en un golpe de suerte, nos toman en serio.

Durante esta semana han ocurrido tres muestras de lo anterior y sólo por mencionar las más mediatizadas: En Chihuahua Miroslava Breach, corresponsal de La Jornada, fue asesinada. En Mérida, Emma Gabriela Molina, quien por años luchó para tener de vuelta a sus hijos, fue herida de muerte en la puerta de su casa. En Veracruz, el Juez Anuar González emitió un amparo a favor de Diego Cruz, uno de los cuatro agresores de Daphne Fernández , mejor conocidos como Los porkys.

Los tres casos tienen en común, además de la violencia extrema contra estas mujeres, el hecho de que quienes las agredieron ostentan un poder económico y político del que se valieron para evadir a la justicia.

Lo que pasó antier (27 de marzo) fue que el Juez Anuar González, en una especie de minority report invertido, ordenó mediante un amparo que Diego Cruz sea liberado alegando que Diego sí tocó a Daphne pero sin intenciones de llegar a la cópula, ni de obtener con este tocamiento un placer sexual.

Por supuesto que sería preferible no tener que hablar de la agresión a detalle, pero me temo que esta vez es necesario hacerlo para señalar el absurdo de lo que está pasando. Según la sentencia “un roce o frotamiento incidental” no puede ser considerado como abuso, pues no se presenta la intención de satisfacer un deseo sexual. Ahora bien, Diego no le tocó el hombro a Daphne para preguntarle la hora: “introdujo sus dedos por debajo del calzón y se los introdujo a la vagina” ¿Hay algún planeta de este sistema solar en el que tal acto pueda considerarse incidental?

En marzo del año pasado, Daphne publicó desde su cuenta de Facebook un comunicado en el que menciona “Los que me conocen saben que nunca me hubiese gustado estar así de expuesta”. A sus 17 años ella se enfrentó, con el afán de encontrar justicia, a un proceso durísimo que la colocó en el centro de la controversia. Ahora, dos años después, un Juez viene, con su sentencia de amparo, a desestimar el doloroso camino recorrido por Daphne y su familia.

Diego Cruz todavía no está libre, pues toca, tanto a la Fiscalía como a la familia de Daphne, interponer un recurso de revisión para que esta absurda (indignante, abusiva, insensible) sentencia sea impugnada.

Y nosotras ¿qué podemos hacer? Organizarnos y presionar a la Fiscalía hablando de esto, evitando que el caso se olvide, haciendo visible nuestra indignación y enojo de la manera en la que cada una pueda.

Por otra parte, es probable que no quieras ver, que mires pasar la historia en tu timeline y evites darle clic, que consideres que la vida ya es lo bastante dura como para enterarte de estas cosas. Aun así, la invitación es a no guardar silencio. Tiene que quedar bien claro para todas que, sin importar la hora del día, el tipo de ropa que lleves ni si estás sola o acompañada: si alguien te toca sexualmente sin tu consentimiento, es abuso.

Esta vez es por Daphne, pero también es por todas nosotras y por las que vienen. Porque las personas entendemos el mundo con base en los referentes que conocemos y es importante que quienes viven o hayan vivido una situación similar tengan muy claro dos cosas: que no es su culpa y que no están solas.

Lo cómodo, y me atrevería a decir que también lo irresponsable, es llevar a cabo acciones como publicar las fotos de las hijas del Juez que otorgó el amparo. Lo trascendente sería hablar de todas las maneras posibles en las que como sociedad contribuimos a que se normalice la cultura de la violación.

Habría que dejar de asumir que la culpa es de la víctima, parar los comentarios que relativizan el abuso, cuestionar las bromas que perpetúan la idea de que las mujeres somos objetos y los hombres son incapaces de contener su impulso sexual. Tendríamos que hacerlo no nada más en Twitter, sino también en el almuerzo familiar, en la salida del fin de semana, en los minutos previos a que inicie la junta de la oficina.

La valentía se da de muchas formas, si te invade la indignación podrías empezar por hablar del tema con tu círculo cercano, informarte, romper con el estado de indiferencia en el que puede llegar a dejarnos tanta injusticia acumulada. Es necesario dedicarle tiempo y espacio a esta rabia para que no solo desemboque en tristeza, sino que se transforme en acción.

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