Cualquier persona puede convertirse en un troll en internet, y este estudio lo comprueba

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¿Hater se nace o se hace?

Si alguien sabe sobre trolls del internet y sus mensajes de odio, esa soy yo, porque aunque me dé algo de pena admitirlo, en algún punto de mi vida fui una especie de Vine star (término que odio).

Y no sólo me sorprendió la cantidad de gente que podía verme haciendo tontería y media, sino que me impactó la cantidad de haters que no tenían nada mejor que hacer que comentar que hablaba como zipizapa, que si era una idiota o que si me parecía a Dave Grohl (bueno ese fue un gran comentario, tengo que admitirlo).

Pero entonces me preguntaba: Si un día alguna de esas personas me viera en la fila del super, ¿de verdad se atrevería a decirme un comentario ofensivo?

Una epidemia

El problema de los trolls ha llegado a ser tan grave que varios sitios –como Vice– han decidido remover por completo la sección de comentarios de sus páginas. Otros –como el Norwegian Public Broadcaster– han propuesto hacer una pregunta sobre el artículo antes de que se pueda publicar un comentario, para ver si en realidad los cyber-bullies se han informado antes de comentar.

Inclusive Google está trabajando en la aplicación de una interface que detiene los comentarios abusivos antes de ser publicados.

¿Pero por qué los trolls se desahogan tanto online? ¿Así de bullies son en la vida real?

Un estudio sobre los trolls en internet

El profesor de la universidad de Stanford, Justin Cheng, quiso investigar si este acto era innato del troll o si los factores a su alrededor lo llevaban a explotar en redes sociales.

“Queríamos entender por qué el trolling es tan frecuente hoy en día… Si bien el conocimiento común es que los trolls son individuos particularmente sociópatas que ocasionalmente aparecen en las conversaciones, ¿son realmente sólo estas personas las que están trolleando a otros?», explicó el investigador en informática en un artículo publicad por la universidad de Stanford.

El experimento

El experimento constó en pedirle a 667 personas que hicieran un examen, a algunos les toco uno bastante fácil y a otros uno extremadamente difícil.

Después se le pidió a los participantes que leyeran un artículo y dejarán un comentario. En el resultado era notable que aquellos que habían hecho el examen fácil ponían comentarios neutros o hasta positivos, mientras que los que habían salido del examen difícil tenían el peor humor y se desahogaban en la zona de comentarios, demostrando que el estado de ánimo y contexto de una persona son factor clave sobre la forma en la que ésta se expresa en el mundo virtual.

El estudio realizado en las universidades de Stanford y Cornell, en Estados Unidos, también descubrió que los comentarios negativos aumentan cuando existe un refuerzo colectivo por parte de otros comentarios del mismo tono.

Así que, básicamente, a mayor mala vibra en la zona de comentarios, mayores trolls. «Es una espiral de negatividad», explicó el profesor asociado de ciencias de la computación, Jure Leskovec.

«Una sola persona que se despierta irritada puede crear una chispa… Estas chispas pueden salirse de control hasta convertirse en cascadas de mal comportamiento. Las malas conversaciones conducen a malas conversaciones».

Odio colectivo

Para sustentar los resultados, se analizó la data de más de un millón de usuarios, 200 mil discusiones y 26 millones de posts en la sección de comentarios de CNN.

Los investigadores buscaron a qué hora y qué día de la semana se posteaban los comentarios más ofensivos, y descubrieron que es en la noche (entre las 10:00 pm y 3:00 am) y en los primeros días de la semana (domingo y lunes) cuando más comentarios haters se recibían.

Además, los comentarios se vuelven aún más intensos conforme se sigue una discusión, ya que las respuestas pueden ir aumentado en agresión y ser cada vez peores, sin llegar necesariamente a una resolución.

Así que si te peleas con el novio, reprobaste un examen o el vecino de arriba no te deja dormir, mejor no te desahogues en los comentarios de las publicaciones que sigues. Prepárate un buen tecito de tila, relájate y piensa en que no es necesario unirte al espiral de la negatividad que se genera en las redes sociales.

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